Tus labios me amenazaban, me miraban,
tus ojos me besaban, me humedecian,
tus manos escuchaban lo que les pedia,
tu cuello me a
cariciaba los pechos,
tus pechos me apuntaban como una lanza,
tu espalda era un sendero interminable,
tus piernas lianas anudadas,
hasta que noté tu lengua en lo
mas profundo de mi sexo......
siendo reciproco,
ahí empezó el fin de la amistad,
cambiandola por la complicidad..

2 comentarios:
Y entonces ya nada nos podía parar. En la noche y en el día. En la luz y oscuridad, en la tarde o en madrugada, todo era propicio para retozar.
Sí, así suele ocurrir... Después del orgasmo aquella amistad inicial se transforma en complicidad.
Besos multicolores.
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