martes, 20 de mayo de 2008

OBSEQUIO DE UN ASIDUO AL BLOG...

Este relato me lo ha enviado un amigo..., la foto tambien me la enviado una amiga chilena....
Para Span. Todos lo hombres tenemos fantasías sexuales y más cuando rondamos esa potente edad que son los treinta; cuando nuestras hormonas son capaces de dar todo de sí mismas y cuando quedar bien con una mujer es, sencillamente, un reto. Sé que la más sencilla de las fantasías es mantener una relación con dos mujeres. Sobre todo si estas son diferentes en todo, especialmente en el físico. Aquella mañana tomé la interestatal 69 que une New Hampshire con Massachussets. Tenía que dar una conferencia en el Boston College sobre literatura medieval española a unos universitarios. Para cenar, había quedado con una antigua amiga mía, escritora, cuya piel de ébano siempre me había atraído. Además, no es una de esas intelectuales que se escudan detrás de las gafas y después de la segunda copa se meten en su apartamento a leer a Joyce. Ella es una poderosa hembra -qué palabra- que hace honor a sus raíces afroamericanas. Llegué puntual, como siempre, y en una hora y media di mi charla. En Murphy’s la clientela era la de siempre... jóvenes de veintitantos tomando una coke diet con hamburguesa. La esperé y apareció con una amiga. Jenny es una rubia descomunal que trabaja en Harvard como investigadora. La cena fue apasionante y, precisamente por ello, salió el tema del sexo. A las dos acabamos en el apartamento de mi amiga Tori y, enseguida, quizá influidos por el alcohol, nos metimos los tres en la cama. Me fascinó cómo trabajaron sus labios mi miembro, algo que sólo había visto en las películas porno de mis años más mozos. Luego, Jenny se subió encima de mi y cabalgó desesperada, gimiendo a gritos, mientras Tori acariciaba con su dulce lengua mi miembro y sus labios. Jenny, sin acabar, se puso a cuatro patas y dejó que la penetrara suavemente al principio y, después, con largas y duras envestidas. Tori esperaba sonriendo. Con ella llegaría lo mejor. Mientras mi semen regaba el dulce regazo de Jenny, Tori me explicó en qué consistía el sexo anal y cómo debía hacérselo, pero primero -me dijo- si quería gozar de ese placer debía trabajar muy bien su clítoris con mi lengua, mientras Jenny reanimaba mi miembro flácido con su boca; posición, la de mi pene, en la que no duró mucho tiempo. Jenny, mientras tomaba planos nuestros con la videocámara, se empezó a masturbar mientras Tori y yo cabalgábamos; bien dicho, yo cabalgué a Tori por la puerta de atrás hasta que, sintiéndome estallar, su piel negra se tiñó de blanco. Dormimos algo y a las seis de la mañana, mi hora preferida, todo se reanudó entre los gemidos de Jenny, mis escasas fuerzas y el verdadero placer de mi mujer de ébano. Un Boston diferente.

3 comentarios:

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Bonita foto!!!

Anónimo dijo...

Bonito relato, too LOL ; )

Francisco José Peña Rodríguez dijo...

Como uno de tus asiduos al Blog, Span, necesito que entres en el mío de hoy y me des tu sincera opinión de mi post de hoy sobre mi faceta política.

Francisco