jueves, 8 de enero de 2009

CENA CON CHARLES

Recogí a spansus en el hotel de mi ciudad.
Llevaba botas de tacón de cuero negro, unas medias de rejillas, una minifalda ceñida y un sueter que tapaba parte de la minifalda. Le di dos besos en las mejillas y me encantó su perfume, la visión de parte de sus hombros y el carmín de sus labios. Fuimos a una Galería de arte, la exposición fotográfica recorría paisajes ignotos, en los que nos susurramos deseos y anhelos no ocultos Paseamos por los recovecos de la galería disfrutando de las piezas, preguntando precios, jugando a adivinar la procedencia de los parajes. eces, besé su mano, recorriendo insinuante sus dedos con la húmeda punta de mi lengua. Nadie lo percibió Salimos de allí para dirigirnos al restaurante japonés donde había planeado invitarla a cenar. Bajamos los dos sotanos del parking y entramos en el coche.
Dejó su bolso detrás y adiviné sus firmes formas atrapadas en la lana.
Sus piernas, levemente abiertas, perturbaban mis deseos y la forma con la que sensualmente encendió su marlboro terminó de seducirme. Descubrió mis pesamientos y con una cautivadora sonrisa postergó la invitación a la voluptosidad. Cenamos pascado crudo, aderezado con salsa de soja, algas y especias orientales. Bromeamos sobre mil anécdotas, reimos mil historias descubiertas y noté como deslizaba insinuante sus pies entre mis muslos Fue la servicio y al volver dejó, provocadora, su tanga en mi plato.
Pedí la cuenta Perdí el tempo, rompí el metrónomo, y ella sonrería sus efectos anhelantes sobre mí. Llegamos al coche, y en la oscuridad de la calle nos besamos, arrinconándola contra el maletero. su cuerpo, sus curvas, eran mi paisaje fotográfico a retratar. Besé su cuello Deposité mis manos por debajo de su suéter y alcancé sus firmes pechos Restregué mi pene, enfundando en mi pantalón sobre su minifalda Su mano se deslizó entre mis piernas amondándose a mi forma Empecé a acariciar sus muslos, rodeados de la seda de sus medias. Mi lengua acarició la suya, y danzaron , mafreadas, compartiedo la mutua humedad
Entramos en el coche, nos envolvimos en un abrazo violento, recostandonos sobre el sillon trasero, donde mi lengua recorrió su cuello, estirado y caliente, hasta llegar a sus senos, insinuantes, asomando entre su precioso sueter, sus pezones estaban erectos, y me los comí con una rabia contenida, ella tomaba cuenta de mi abultado paquete, comenzó a acariciarme, y muy habilmente desenfundo mi enorme polla, palpitante, humeda, deseosa de encontar cobijo...., le subí un poco su minuscula minifalda, y mi boca se apoderó de su sexo, humedo, mojado, el aroma de su coño me hacia excitarme mas aun de lo que estaba, nos acomodamos y ella comenzó a lamerme mi polla, de forma magistral, suavemente, con caricias interminablemente electricas, le acariciaba con la puntita de mi lengua su sexo, y despues pase a su culito, hasta devorarla entera, haciendola retorcerse y gemir de placer, fue un postre excelente para la primera cena.
Continuará.....

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