NO ME GUSTA QUE A LOS TOROS....

Mi minifalda se movía empujada por el viento, tu mirabas desde el cristal de la cafetería, embobado, con los ojos clavados en mí, hasta que empecé a pensar lo que haría contigo.

No pude mas que entrar y pedirme un café, y sentarme frente a tí, cruzar las piernas varias veces, hasta pillar la postura mas cómoda, y al tiempo, que vieras que no llevaba braguitas y mi coño asomaba entre mis muslos, solo para tus ojos.

Saqué el móvil, y mirándote de reojo, tocaba las teclas para despistar, al tiempo que mojaba mis labios con un suave movimiento de lengua, para mordermelos después, y mirarte fijamente, te quedaste de piedra, sobre todo tu paquete, abultado y emocionado.

Me sonreí y te invité a sentarte conmigo, a lo que accediste, poniéndote colorado a tope y mirando hacia los lados.

Una vez sentado, te presentaste, nos dimos dos besos y te rocé los labios con los mios suavemente, y tiré el móvil al suelo.

Me acaché a cogerlo, y aprovechando el mantel, me puse entre tus piernas y te acaricié los muslos, hasta llegar a tu paquete, suavemente baje la cremallera, y dios mio, tenias una polla enorme, sonrosada y preciosa, que palpitaba ante mí, llevándome la puntita a mis labios, recorriéndola de arriba a abajo propinandole besitos, hasta que la introduje entera en mi boca, haciéndote una mamada lenta, armoniosa y voraz, vino la camarera y le pediste agua fría, casi me da la risa, hasta que noté como tus testículos bajaban y palpitaban.

Me la saqué de la boca, y te masturbe enloquecida, me aparté y vi como brotaban ríos de leche hacia el suelo y el mantel, dios, fue una barbaridad.

Me recompuse, y salí a la silla nuevamente, te dí dos besos y me marche.

Todavía te recuerdo con esa cara de susto mirando como me marchaba de la cafetería, y las camareras que se habían dado cuenta de todo con la mano en la boca....

Y es que hay morbos que no tienen precio ni amistades....